¿Alcancía o cuenta de ahorros?
¿Microahorro o un fondo de emergencia? Esa es la pregunta cuando se habla de ahorro.
El enfoque que proponemos aquí es un cambio de estilo de vida que aplique los dos mecanismos.
Alcancía: es hacer realidad sueños y metas bajando el consumo de cosas innecesarias y deseos que pueden ser reemplazados por algo de menor costo. Por ejemplo, dejar de comprar café fuera y preparar uno bueno en la casa o la oficina. Ese dinero va al cepo, chanchito o alcancía.
Si un niño empieza desde los 5 años a depositar en su alcancía 1 dólar diario, equivalente a 30 dólares mensuales, a los 25 años tendrá un capital de 80.000 dólares.
Una alcancía puede transformar el futuro de nuestros hijos. La costumbre de ahorrar en una alcancía nunca se pierde. Es un ejercicio periódico, disciplinado, controlado. Es un buen recordatorio del valor del ahorro en pequeñas cantidades.
Es dejar de gastar en cosas que no son parte de nuestro sueño, y por ese sacrificio o ejercicio de disciplina, recibir de premio el cumplimiento de la meta.
Si mi sueño es ir de viaje cada año a un país diferente, hago el presupuesto y ahorro el dinero necesario para cumplir el viaje. Con los ajustes a mis deseos y estilo de vida, puedo conseguir una buena parte del dinero para viajar.
Cuenta de ahorros: es guardar cada mes el 10% o más de mis ingresos, “pagándome” primero a mí mismo antes de ningún otro pago, para ir acumulando un fondo de imprevistos, de emergencias o de jubilación.
Con ahorros podemos lograr grandes proyectos de vida. Si me centro en acumular dinero a mediano o largo plazo, puedo llegar a comprar un auto, iniciar un negocio o tener la entrada para mi casa.
Es recomendable tener una cuenta de ahorro programado aparte de la cuenta normal de pago de gastos. En cuanto recibimos nuestro pago, un porcentaje se transfiere automáticamente a esta cuenta.
El dinero permanece más seguro y tiene difícil acceso. Además, nos da intereses.
Está comprobado que quien ahorra, tiene sus deudas en orden y no teme a los imprevistos.
En los dos casos, alcancía y cuenta de ahorros, se requiere un cambio de mentalidad, una capacidad de decir “no” a miles de tentaciones diarias. Como todo hábito, al principio cuesta, pero después fluye sin darnos cuenta.
Es ahí cuando se puede decir que hemos cambiado a un mejor estilo de vida.
Fuente: Mónica Duarte, La Hora GT.
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