Minimalismo o el arte de vivir con poco
Autora: Lourdes Hernández
Al hablar de espartanos o de economía de guerra uno se imagina que vamos a jugar a la sobrevivencia.
En la antigua Grecia, los espartanos vivían una vida sin excesos, con disciplina militar.
En cada crisis, conflicto o desastre, se habla de vivir una economía de guerra.
En la actualidad, en cambio, hay una forma de vida austera y feliz que es el minimalismo.
Se trata de tener lo básico para vivir. Menos objetos y gastos, y más experiencias.
“Tener menos, para ser más”. Esa es la idea de los minimalistas, personas que creen firmemente que una vida plena y llenadora se consigue con menos elementos en ésta.
¿Cómo ser minimalista, ahorrar y ser feliz?
- Practica un estilo de vida con lo mínimo posible, acumulando experiencias en lugar de riquezas y cosas. Mantén solo aquellas que tienen un valor real para tu vida.
- Rompe el círculo vicioso de comprar y acumular cosas, entonces te darás cuenta de todo el tiempo y la energía que te consumen. Cuando somos dependientes de las compras y de la acumulación de bienes, somos esclavos de esas cosas.
- Saca todos o la mayoría de cacharros y tereques de la casa, los que guardas “por si acaso” o para que los vean los demás. Véndelos o dona a una institución que los necesite.
- Da una segunda vida a tus cosas usadas. Lleva tus zapatos gastados a cambiar de suelas y tacos. Visita a la costurera con ropa pasada de moda o que tiene algún desperfecto.
- Saca de tu mente y espíritu todo lo que te bloquea, molesta, preocupa. Vive el presente y evitarás la depresión y ansiedad. Notarás que ese gran vacío que queda te abre nuevos horizontes y se llena de cosas buenas.
- Vive con menos desorden, menos distracciones, menos descontento y, en cambio, más tiempo, más relaciones personales con la familia y los amigos, más crecimiento personal… En pocas palabras: una vida más feliz.
- Revisa cuánto ahorras al vivir como un minimalista. Comparte el éxito de tu experimento con familiares y amigos.
- Quizás pasar frente al computador o revisando el Whatsapp te relaja, pero alborota un poco tu espíritu y sal a caminar al bosque. Allí tu espíritu se aquieta, pero en un nivel más elevado. El aire puro y el silencio restauran tus funciones y regresas a tu casa cansado, pero feliz.
¿Has vivido así alguna vez? ¿Te animas?
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